Me perdí en el mismo laberinto
que tú, donde las palabras suenan desgarradas, donde los sueños colman versos,
donde la pluma roza la luna en nuestras noches en vela. Un lugar repleto de
frases enrevesadas fieles a nuestro destino.
Buscando una salida topé con la
puerta de las causas perdidas y me senté en el mismo umbral donde los silencios
hacen dudar, “no soy de aquí ni de ningún lugar, sino de donde fui, de
allí donde el aire da la vuelta y realza las mejillas sonrosadas”.
Atrapado en el tiempo me he
quedado a solas con mi destino sí, con mi destino. He creído que el viento susurra mi nombre y de
flor en flor flotando como una burbuja lo asumo sí, mi destino. Perdido en esos
cuentos que llevan mi nombre, perdidas del reloj todas las agujas. Trazo sentimientos convertidos en palabras, situaciones de (des) ánimo incomprendido. Abro los ojos.
Y al despertar agonizo y recuerdo esa (tu)dulce voz susurrando mi nombre. ¡Buff! ¡Qué miedo me da el despertar de los sueños! Me trasporta sin quererlo a la realidad carente
de sentido que vivimos hoy en día. ¿Te parece?
Da miedo despertar de los sueños, y de la realidad...
ResponderEliminarVaya, cuando despiertas, el laberinto sigue allí, por lo que parece.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Me parece muy bonito cómo has descrito la putada esa de estar disfrutando de los sueños a ojos cerrados y despertar, como si nada, volviendo de golpe a otra realidad que nos ciega la mayoría de las veces.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un abrazo.
''Y me senté en el mismo umbral donde los silencios hacen dudar"
ResponderEliminarProfundo. Silencios que nos atrapan, sueños que nos confunden y una mirada a la realidad que nos hace temblar.
Me gusta.