El destino es una delgada línea que como el horizonte divide el espacio y nos ha vuelto a engañar.
Es ese hasta luego sin despedida, esa media sonrisa repleta de complicidad, ese cruce de caminos que llevan a ningún lugar procedentes de ninguna parte, es como las hojas que el otoño viene a derribar.
Es el destino, mi destino que está cansado ya de despedidas, de perderse en callejones sin salida.
Mírame, y vuelvo a sonreír, que el destino es una delgada línea invisible que si tú te atreves, yo me atrevo a atravesar.
Hay líneas que mejor no atravesar, sean o no invisibles.
ResponderEliminarAbrazos, siempre