Volví a nacer cuando perdí el dolor de tus silencios,
cuando descubrí en el placer de tus miradas lo que
siempre enmarcaban mis sueños…
"En lo Hondo"
Gustavo GP
martes, 28 de enero de 2014
A Cada Herida
En los días nublados, mi alma tirita cuando la luz se desvanece, mi mirada se debilita porque no me dan calor los sueños vividos en tu habitación.
Busco el sordo crepitar de una vela en mi corazón, que me diga que no está de más sentirse incomprendido, de locura, devaneo, ¡qué sé yo! Al final, cera y vela, lo mismo, fundido en un único fuego.
Sin ganas para robar el tiempo que te viene por delante, sin darle cuerda al reloj, noto que clavada como espinas te llevo dentro de mi silencio y cada herida me recuerda que me ahoga esa ansiedad como la lluvia al caer de madrugada.
Querida soledad no vengas a engalanarme con tu disfraz, llevamos tiempo ahuyentando nuestros pecados y a cada herida que me dejas más me robas el sentido.
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No hay forma de camuflarse, cuando ronda muy cerca, la reconocemos, su vacio es tan profundo que sabemos que se acerca, y las heridas se abren recordándonos el tiempo que llevan en nosotros.
ResponderEliminarMe gustó llegar hasta aquí y leerte.
Saludos
Son las únicas heridas que no cicatrizan. Y, posiblemente, es mejor así. (Una chorrada en un texto tan demoledor: sé, de saber, es acentuado. Disculpa, es un habito tonto de lector. Y, posiblemente de herido)
ResponderEliminarAbrazos, siempre