Me pregunto si un día al levantarme me encontrara sin miedo, sin el álgebra cotidiano de la corruptela. Cada corazón compungido brota sin destino por la vaga realidad, por el destierro de la poesía, aunque sea barata en ocasiones, pero certera en lo profundo.
Me pregunto cuándo vivo, por la podredumbre ilimitada de los que mandan, que no conocen límites.
Y me siento en el banco de aquel parque y contemplo…
…a la soledad del escritor que vaga sin rumbo por un paraíso de versos perdidos, a la acritud de un vagabundo que rebusca en la basura sin descanso, un ápice de consuelo que le obligue a buscar más de lo mismo a la mañana siguiente, y otra vez al día siguiente, a los niños sin escuela que pierden los valores de la historia, refugiándose en falsos profetas, a esos mismos niños compungidos con la boca torcida, repleta de hambre, que siguen sin vacunar. Porque de lo que nos roban en educación, inflan y dan cancha al ladrón, aunque sea de guante blanco, cerdos con corbata.
Y me pregunto si un día estallara la revolución, la reprimenda cual sería, ¿uniformes con gaviotas por bandera? ¡Que desilusión! Bastardos que lucen porras, sin razón, que dirimen en sus barones de la inquisición.
Y esto no cambia, ni pinta tiene, si no luchamos todos juntos por la libertad.
Eso te pasa por sentarte en el parque y preguntarte cosas. ¿No te has enterado aún que ya ha empezado el mundial de fútbol? Mejor te iría...
ResponderEliminarAbrazos, siempre