Cuando el ejército le retiró su apoyo, no le quedó más opción que abandonar
la Jefatura de Estado.
Al día
siguiente, todas las televisiones del mundo dieron como primicia cómo el pueblo
vitoreaba al líder electo, cómo mostraba su júbilo mientras abucheaba al dictador
derrocado.
El viejo militar observó cabizbajo las imágenes, firmó
la cesión del poder, y preguntó:
El nuevo Presidente echó un vistazo al documento y,
mientras lo firmaba y lo guardaba a buen recaudo, le respondió sin dirigirle la
mirada.
–Someterles por la fuerza ha sido un error.
Yo les haré creer que son libres.
creer, creer. Lo demás es accesorio.
ResponderEliminarHe descubierto tu blog. Lo seguiré. Un abrazo.
gracias. espero que te guste
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