Hace días que no veo salir la luz del sol. Cuando salgo a la
calle solo veo un lugar oscuro, un pozo negro, como si fuera una habitación sin
luz donde en el siguiente paso fueras a caer en lo más profundo de un negro
abismo. Camino. Sigo caminando sin pararme a pensar qué hora es. Sólo siento la
angustiosa soledad en las retinas brillantes y acarameladas de las personas con
la que me cruzo, seres con los que ni
siquiera he cruzado una palabra en mi vida, seres que reflejan la mirada
perdida de la locura. Sólo al determe un momento a contemplar sus rostros me
doy cuenta de que todos tienen la misma mirada vacía, y la misma cara, la mía.
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