Nunca nadie podrá entender las
razones que tiene la gente por destruir, por su afán por las guerras. Quizá la peor de
todas ellas sea la que enfrenta hermanos contra hermanos como una estúpida
broma de mal gusto. La muchedumbre se agolpa viendo pasar ese macabro desfile
de soldados y camiones portando banderas al viento sin darse cuenta que son la
degradación del honor. No ven nada, simplemente una columna de polvo envuelta
en el ruido ensordecedor de miles de pisadas al unísono. Dicen que siempre se
han preocupado del futuro pero ahora, cuando no les queda, se dan cuenta de que
se han enterrado en vida a ellos y a toda una generación de niños que no saben
lo que es vivir, y que no hay vuelta atrás, y lo más doloroso es que ese día, en
el que alguien lo comienza todo, los niños
del ayer, los padres del mañana, supieron que habían perdido su infancia y que
no volverán a pensar como antes…
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