Siempre fue la luz, el fuego.
Tus ojos me miran, quizá, pensé;
Y el torrente de fuego inundó un corazón oxidado en desamor, escaso de calor.
Una maraña de sentimientos aclamando libertad le invaden, miles de conciencias hambrientas de soledad se agitan, luchan, guerrean, insisten. Insisten, guerrean y luchan por doblegar la banalidad de su ingenuidad.
No hay piedad. Ni sumisión. Es la vida.
Esos ojos negros. Llenos de luz.
Esa boca de fresa, y ese corazón de fresón.
Me dan la vida.
Ya no me acuerdo de escribir, tengo la pluma seca.
He cerrado mis redes sociales. Todas excepto ésta sin saber por qué. Y el cerebro oxidado me grita perdido y olvidado que levante alas. (Motivos a parte)
Hoy, de vacaciones en la antigua Gades, o Gadir, he visto esa luz. Mi pequeña luz.
Para Aritz, la luz de mi vida.
Si es la vida. Desamor?, Es claro tú pluma.
ResponderEliminarA veces hay que dejarlo todo y dedicarse a otros menesteres.
Apartarse del mundanal ruido de las redes, que atrapan, como bandadas de peces en ellas.
La felicidad que sientes con ese Angelito es inmensa. Feliz, feliz. Inmensamente feliz seas.
No María, no es desamor. Es el tiempo de trabajo que no me deja amar. Ni darle el biberón a mi pequeño, ni besar a los mayores, ni abrazar a mi mujer. Es irónica la entrada y a la vez sustancial.
EliminarEs cierto que cerré toda actividad social. Y casi lo siento como agravio. Pero era necesario. Besos siempre, siempre María.