Que no, que no todos los poemas nos hablan de amor;
ni tu ni yo, ni todas las luces del infierno podrán parar el frío
que la mañana depara en el fondo del abismo.
Es la vida una razón que aleja el pensamiento sincero del alma,
sincero y sin infinito ¿por nada?
Yo te contesto que no. Que al oír la canción
de aquel sauce llorón que en el reflejo del agua
parece que baila, nos encontramos nosotros dos,
dando la vida sin saber adónde va a parar
la eterna soledad, querida soledad.
Cruzar la tempestad que brama
sin querer mover las manecillas de un reloj
que se rompió buscando la estrella fugaz,
no quita la ilusión del espejo
que emana un reflejo entre mi espalda y la pared.
Este poema me recuerda a los grandes.
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