No
hay ningún fuego pero se avistan las cenizas de un pasado que se niega
escandalosamente a abandonarme. No hay que ser un necio para darse cuenta de que tus ojos
de cielo surcan mi mente como un barco cruza el ancho mar de la Luz. Este año al cielo le ha
dado por amanecer plomizo y escarchado, recubriendo con brumas los tejados de
mi alma, mas aunque mis ojos no hayan visto ojos como los que tienes tú, este
corazón, cansado de latir, podrido de vivir, suspira por el recuerdo que un día
le dejó tu mirada. No me quedan sino recuerdos, recuerdos con esperanzas de
volver a mirarte, de volver a subir a tu blanca luna y no poder olvidarte.
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