Uno se imagina que los mata el tiempo o la ausencia,
que no existe ni aquella minúscula distancia
donde el viaje nos va haciendo a todos individuos,
forjándonos como elementos tan diferentes
y a la vez partículas tan semejantes.
Le tienen tan a su merced como hojas vivas
voces que la corriente arrastra aquí o allí,
una pulsación que te sonríe triste
naciente, desnuda e indefensa
y nos hace que lloremos cuando nadie nos ve.
Se abre, en un instante de relámpago.
Florece, en un tímido soplo de viento
y roza el momento en que piensa haberlo encontrado,
aquel lugar o camino para perderse
al igual que un tren le ofrece un viaje de ida sin vuelta.
Acaricia la idea y de repente sorprendido comprende
abandonándose casi por inadvertencia, que lucen
algunos pedazos, alfombras para sus pasos anónimos,
realidades autómatas que nos consienten
unos tiempos de espinas en un rincón.
Y de repente boquiabierto confiesa,
claro que están aquellas pequeñas cosas
que nos dejan un instante de rosas en un plumón,
una palpitación en un papel, o en un cajón,
como un ladrón te aguarda detrás de la puerta.
que no existe ni aquella minúscula distancia
donde el viaje nos va haciendo a todos individuos,
forjándonos como elementos tan diferentes
y a la vez partículas tan semejantes.
Le tienen tan a su merced como hojas vivas
voces que la corriente arrastra aquí o allí,
una pulsación que te sonríe triste
naciente, desnuda e indefensa
y nos hace que lloremos cuando nadie nos ve.
Se abre, en un instante de relámpago.
Florece, en un tímido soplo de viento
y roza el momento en que piensa haberlo encontrado,
aquel lugar o camino para perderse
al igual que un tren le ofrece un viaje de ida sin vuelta.
Acaricia la idea y de repente sorprendido comprende
abandonándose casi por inadvertencia, que lucen
algunos pedazos, alfombras para sus pasos anónimos,
realidades autómatas que nos consienten
unos tiempos de espinas en un rincón.
Y de repente boquiabierto confiesa,
claro que están aquellas pequeñas cosas
que nos dejan un instante de rosas en un plumón,
una palpitación en un papel, o en un cajón,
como un ladrón te aguarda detrás de la puerta.
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