No te vayas, aun no es tarde
La luna no ha salido
Llena en el horizonte,
Soledad, espérame,
No te marches.
Deja a un lado mi tristeza
No acrecientes más mi pena.
Nada es más real que la verdad
Del que se siente infame, malherido
Por querer querer lo indebido,
Por ansiar más de lo tenido,
Por perder, en unos ojos, la cabeza.
Soledad no te vayas,
No me dejes lastrado.
La brisa encoleriza los vientos
(por mi desastrosa compañía)
Que en tempestad se convierten
Y todo lo destroza.
No tengas prisa, espérame,
Querida soledad, espérame.
Mientras en el limbo camino,
Sigo escribiendo
Con mi pluma de alma sesgada
En las brumas de mi hogar.
Con papeles satinados,
Un mundo fetiche de adulaciones,
Una red que me protege
Del sinsentido de mi sentido,
Que busca de tu compañía
Hasta que no la necesite.
Querida soledad,
Que te vistes de guadaña
En noches de septiembre
Amainando tempestad, espérame.
A veces la soledad nos habla y es con sus conversaciones cuando reflexionamos sobre toda nuestra vida pasada y futura. Es una de las mejores amigas siempre y cuando no se vuelva egoista y nos quiera solo para ella.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Feliz domingo y un abrazo.
Completamente de acuerdo.
EliminarGracias a ti.
Feliz domingo
Besos
Un quejido en medio de algún lugar....
ResponderEliminarMe gusta mucho el surrealismo que derrocha el poema, a mares, a cántaros...
Feliz domingo, Gustavo.
Besos siempre.
Gracias, me gusta que te guste María.
EliminarFeliz Domingo para ti también.
Besos siempre.