Al darte la vuelta notas la niebla, sombras que no puedes recortar, te carcomen, inundan tu alma, alimentan tu pesado caminar hacia la vejez.
Notas el vacío de tu mente y sólo ves agujeros negros que lo rodean todo. Y caes.
Caes al pozo oscuro de la letanía, el sudor y el frío tu cuerpo recorren y te ves atrofiado, sin poder articular movimiento. Sabes del fin, sientes el terror del miedo, sí, el miedo se asustaría al ver donde te vas acercando.
Caes al vacío pero nunca llega el golpe, se hace infinito. Luego nada.
El dolor se ha acabado y te levantas de la cama, no notas el suelo a tus pies, flotas en el aire. Vuelves al espejo y el reflejo te ha abandonado, se ha ido con la sombra de Pan. A soñar que sigue siendo niño.
Un texto con tintes oníricos y ciertamente lo es, porque es un sueño.
ResponderEliminarYo también quiero seguir niña.
Besos siempre.
El abismo de la vejez...
EliminarYo también.
Besos siempre.