¿Y qué me dice el silencio de los recuerdos?
Exagera la clave de pertenencia al suelo.
Hoy me llegan raudos los abrazos,
Las sonrisas de las mañanas cosidas a retazos.
Que sí, que no.
Ni perro que lo ladre,
Ni el calor del sol.
Nunca se me hace tarde
Porque no vivo del tiempo,
Espíritu libre imperecedero,
No queda cera más que la que arde.
El humo de las velas recorre mi mente cual neblina
En las mañanas de un otoño que se acaba.
Hace que tartamudeen mis retinas
Y se pierdan los pensamientos en la nada.
Cuando agradan por cumplido
No interesan ni a Cupido,
Ángel de flecha rota
Que regala sus alas a las gaviotas.
Espíritu libre imperecedero,
No queda cera más que la que arde.
El humo de las velas recorre mi mente cual neblina
En las mañanas de un otoño que se acaba.
Hace que tartamudeen mis retinas
Y se pierdan los pensamientos en la nada.
Cuando agradan por cumplido
No interesan ni a Cupido,
Ángel de flecha rota
Que regala sus alas a las gaviotas.
Agarro mi teclado y me pongo a indagar
En las raíces de las personas,
Que sólo dañan sin pensar
en el daño que suelen regalar.
Hoy, agarrado a mi licor,
Escuchando rock and roll,
Digo fuerte y alto:
Déjenme en paz,
Ya estoy harto.
Esa manera tuya de querer gritar, extralimitando sea como fuere las letras de tu poema, me encanta.
ResponderEliminarBesos siempre.
Es como el rock, la mejor manera de dar caña a los clasistas es concienciando al que quiere escuchar. No se me ocurre otra manera de hacer las cosas.
EliminarBesos siempre.
A veces estoy tan cabreado que no pienso lo que escribo, lo suelto y ya.
Soltar amarras simplemente. Libre.
ResponderEliminarLa verdad que si.
EliminarHola, Gustavo. LLego a tu blog desde el de María que también me gusta mucho.
ResponderEliminarEste poema me suena a cantar por su ritmo saltarín y sus espontáneas opiniones y descipciones sobre un entorno que puede resultarnos familiar.
Un saludo. (esperando que no estés harto de esto también).
Gracias por venir. Agradecido. Esperó no defraudar.
EliminarSaludos.