Las agujas del reloj no se perdieron,
Las abandonó el mismo tiempo.
Tiempo impune que no perece
Ni cuando menos se adormece.
En la ponzoña de la dejadez,
Ya ni marca las horas ni tiene remedio.
No quedan poetas que te reciten
Los versos que embelesaron
En los años del vino y jolgorio.
Tu corazón ajado.
No, ya no existen vendas
Para un corazón marchito
Ni donjuanes ni cupidos.
Ni flecha que lo espete.
No hay perdón, no hay cura
Para las heridas que deja el tiempo.
El otoño, el rojizo ocaso de la vida.
Son heridas que dejan el sabor dulce de la vida, más no pasó en vano el tiempo.
ResponderEliminarPrecioso otoño.
Besos siempre.
Muy bonito si. El tiempo podría detenerse también.
EliminarBesos siempre.