Volví a nacer cuando perdí el dolor de tus silencios,
cuando descubrí en el placer de tus miradas lo que
siempre enmarcaban mis sueños…

"En lo Hondo"
Gustavo GP

sábado, 7 de abril de 2012

Involución



 Dejar que la imaginación vuele libre es lo más parecido a la libertad hoy en día. Que cada uno escoja el final que más se asemeje a su realidad.


Por allí, al final de túnel, donde la luz es más candente.
Alejandro caminó lentamente, reacio, por el pasillo que le había indicado el señor de la puerta.
Sólo recordaba la lluvia fría que le empapaba el rostro ante la entrada de la cueva. El cómo y el por qué se encontraba allí, no lo sabía.
Tenía la sensación de que se hallaba en el umbral de una puerta mágica que atravesaba las leyes del tiempo y el espacio, y a su vez le advertía de los peligros que suponían su entrada.
A la derecha del  lúgubre corredor, encontró salas con los recuerdos del pasado, esos que lo acosaban en sus sueños desde hacía algún tiempo.
Salas con la ingenuidad que da la niñez en el fondo, salas con la acelerada madurez obligada por una situación familiar algo incómoda, y sobre todo, salas repletas de amor y odio, que reflejaban una actitud repleta de insidia, prepotencia y abuso de poder masificado y evidenciado  en las caras de la gente a la que miraba. Se dio cuenta que estaba solo, nadie había a su lado ya. Y sabía perfectamente por qué. Tenía que volver, involucionarse a la sencillez de ese niño que fue.
El dolor es cada vez más intenso, la vida sería imposible si todo se recordase. El secreto está en saber elegir lo que debe olvidarse y yo lo quiero olvidar todo y volver a ser ese niño cándido que jugaba feliz en el  corredor de su corrala.
Y volvió.

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