Rondo las alcantarillas que llevan a las cloacas de la sinrazón, vivo
condenado al desecho y despecho del
corazón. Le quito el precio a mis
silencios en esta alborada de versos elocuentes sin sentido. Para sesámenes inquietos.
“Siempre caminamos juntos en mis sueños, siempre andamos inmersos en los recuerdos de una noche de
abril de luna de plata, de brisas de flor.
Jodidos despertares que anhelan tu perfume de
rosas y jazmines.
Me obligo a dormitar
esperando tu regreso, acaece en lo más hondo, cultivando un nuevo deseo.
Jodido teléfono,
amargos despertares, te llamo en silencio, te alejas nebulosa.
Mi delirio regresa con
fuerza inusitada, tempestades de sudor y vino. Tu sonrisa me enerva la piel y
me devuelve la ingravidez, dulce y tonificada acariciando tu piel. Quisiera por
siempre dormitar cual princesa encantada, si con ello no alejara de mi sueño tu presencia.”
De nuevo al despertar me convierto en el hombre gris, atormentado
por tu mirada sin ver tú la mía. Guardo
los sueños en un cajón y salgo a la calle a buscarte entre la gente, miles de
almas desorientadas buscan su gemelo.
Ancha es la piel de toro, y más aún las carencias del alma.
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