Volví a nacer cuando perdí el dolor de tus silencios,
cuando descubrí en el placer de tus miradas lo que
siempre enmarcaban mis sueños…

"En lo Hondo"
Gustavo GP

domingo, 2 de junio de 2013

Nosotros Dos

Amanece un nuevo día triste y gris que me hace recordar aquel día en que todo sucedió, no lo puedo olvidar, ha pasado otro año más y son veinte ya, cuando el destino hizo que al final de ese oscuro callejón la luz en tus ojos dejara de brillar para ti y para mí. Alguien nos la robó.
Amanece y la luz que inunda la habitación me deja en un rincón, abatido, sin nada en mi interior.
Hoy como siempre vuelvo a recordar la historia sin final que me hace un año  más saber que ahí estás. Me refugio en mi gabardina gris como la primera vez que te vi y me dirijo al último vagón de ese tren que nos llevó al lugar donde te conocí y te invité a cenar, aquella vez…
Sentado en ese vagón, solitario, sin más compañía que mi imagen en el cristal, lloro al recordar tu sonrisa llena de vitalidad, sin nada que temer, sin pensar lo que instantes después te iba a pasar.
He reservado una mesa en ese bar que tanto te gustaba. La primera vez que conseguí  cenar contigo fue allí, siempre lo recordaré, y cada veintidós vuelvo al mismo lugar, pido siempre el mismo menú, para dos, con rosas en jarrón. Fiel a mi cita contigo. Me deslizo bajo la mesa cuando veo pasar la tuna, que quizá, quiso cantarnos esa canción que nunca nos llegó...Porque en ese momento tocaba salir y tú eras feliz, y yo nunca lo fui como allí. En la puerta me esperabas al acabar, yo tuve un desliz, y tuve que al baño acudir, en qué hora perdí, mi vida,  las ganas de vivir…
...Me extrañé a la hora de salir cuando no te vi, me sobresalté al concebir que no estabas allí y le pregunté al  guardia aquel y me contestó que: “se fue con otros dos por ese callejón”.
 Corriendo fui hacia el lugar y lo que me encontré, fue una figura turbia y acurrucada en la pared sin luz en la mirada. No había nadie en el lugar, solo una oscura bombilla al final del  callejón donde ni los gritos más fuertes se podían escuchar. Desde entonces todo es gris, tu cuerpo junto a mí,  no me dejaron siquiera un triste adiós, no me pude despedir de ti.
Muy pobre fue la bala que nos partió el corazón, un frasco de colonia, un perfume de Dior, mientras me esperabas a que saliera en esa noche de amor,  pasó lo que quizá un minuto atrás (por mi culpa) no fuera a pasar.
Más de mil veces le he pedido a Dios que me cambiara por ti, que mi alma no le duele al mundo tanto como la tuya, pero no he obtenido respuesta.
Llevo rememorando este día desde que pasó, desde que me levanto hasta que decae la noche. Veo las doce en el reloj y me parte el corazón.
He puesto estas líneas en papel, deseando que al final de este mundo haya otro mejor, donde nos dejen vivir en paz, donde nos habiliten la posibilidad de creer en nosotros dos, por fin. Hoy veinte años después, todo lo que el miedo me hizo dudar  no se escapará, he decidido acercarme a tu portal y conseguir entrar. Lo intentaré.
Ya lo veo llegar, el suelo, cada vez más grande, rodea mi mundo, esperando el golpe, Pum…
Detrás, al final del túnel, te veo llegar con esa sonrisa que más de veinte años llevo recordando, pero ahora sí, sí eres tú. No sabes lo que te he echado de menos.


2 comentarios:

  1. Los caminos del reencuentro son inexcrutables, también. Noqueante escrito, desde luego, subvertido por esa celebración final al final del túnel.
    Al final, has hecho lo que tenías que hacer. Lo otro, como dice Sabina, es volver a los bares donde has sido feliz, y no suele funcionar.
    Abrazos

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  2. Dicen que no debemos volver a ese lugar donde fuimos una vez felices pero siempre nos queda esa espinita por saber qué habría pasado, qué pasará. Y para ganar hay que jugar arriesgando (muchas veces al doble o nada).

    Luego hay que saltear otros caminos, continuar hacia adelante.

    Es muy bonito lo que has escrito. Un abrazo enorme. :)

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