La posada de ese cuento nos unió
La comisura de los labios.
La esfinge que la vio crecer,
En los albores de los tiempos,
En la suave luz del amanecer,
Nos regaló su último aliento.
Nos brindó la oportunidad
De burlar la oscuridad,
Del silencio del fracaso,
Del dolor de los pensamientos
Agazapados en su regazo.
Cuando pensábamos
Que no éramos nada.
La soga que teníamos que tejer
No se imagina la tormenta,
Enhebrada con la aguja del tener
Ensambló nuestros sentimientos.
Recordando que lo fuimos,
Dos obstinados viajeros
Del sendero de las ilusiones,
Donde por mal que quieras,
Renace el poder de los sueños,
De las nubes de algodón,
De duendes, príncipes y princesas,
De dos jóvenes jugando quererse otra vez.
Es como estar en el vientre materno leyendo tu poema. El mundo donde se hacen realidad los sueños.
ResponderEliminarBesos siempre y un placer leerte.
Siento su magia corriendo por calles ocultas, como un fantasma que espía a través del cristal.
EliminarEl placer es mío porque vuelves.
Besos siempre.