Querida Ángela:
Espero los niños y que tú estéis bien.
En estos momentos que te escribo, me encuentro en el campamento, nos han trasladado.
Voy a hacer el relevo a mi compañero que se encuentra en la trinchera. Anoche el enemigo atacó en todos los frentes y no pudimos descansar. Tuvimos que cavar otra trinchera con urgencia porque la anterior hedía a sangre y agua estancada. En estos momentos tan duros la muerte se ve muy cerca y tenemos que defendernos como podamos.
Aquí es cuando más me acuerdo de ti y de los niños, ya que la única compañía que tengo es mi fusil, y eso no es precisamente muy agradable que digamos, eso y las fotografías que me mandaste en el correo anterior. No sabes cuánto me ayudan a seguir adelante. Creo que es lo único que me hace sentir ganas de vivir. Estáis preciosos, me muero por ganas de estar a vuestro lado.
Gracias a la radio, podemos saber cómo están algunos compañeros y también nos avisan de algún posible ataque. Eso es lo que ganamos, aunque, los alemanes en tecnología nos llevan algo de ventaja. Hace poco nos dijeron que habían conseguido destruir fábricas de armas y puentes en Alemania, no sé si eso nos dará algún tipo de ventaja.
Dicen que los americanos van a apoyarnos, que se han metido en la lucha.
Muchas veces, vemos cómo pasan los aviones. En la trinchera en la que estamos, a pesar de ser reciente, se pasa mucho frío y hay demasiada humedad y barro. Lleva lloviendo más de tres semanas.
La verdad es que no somos valientes, tenemos mucho miedo, no lo sabes bien. Pero debemos seguir luchando para defender a Francia. Hoy nos toca aquí y mañana podemos luchar por la libertad en Londres, quién sabe. Te escribo todos los días, aunque no sé si el correo llegará bien.
Espero veros muy pronto a ti y a los niños, cuidaros.
Muchos besos. Hasta que esto se acabe.
En algún lugar cerca de París...
John Parker, 19 de Abril de 1916.
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