Querida Ángela:
Espero que los niños y tú estéis bien.
Cuando recibas esta carta, yo estaré cargando mi fusil,
preparado para disparar mi proyectil al primer alemán que se interponga en mi
camino, o, lo mismo ya estaré muerto. Seguro que estás manchando de lágrimas
esta misiva, pero no quiero que los guardes rencor, quiero sepas que lo estamos
pasando muy mal, pero, hay veces que
siento verdadera pena por esos alemanes
a los que disparo. Ponte en su lugar, ellos defienden a su patria y nosotros a
la Alianza. ¿Quién nos dice que nosotros tenemos la razón? ¿Ellos? ¿Nosotros? Cada cual defiende
sus intereses y nosotros no somos, sino simples peones, en un tablero de ajedrez
gigante.
No sabes cuánto ansío poder estrecharos en mis brazos a ti y
a nuestros hijos, cuánto daría por volver a ver esas regordetas caritas…ya casi
ni recuerdo sus formas.
Te escribo desde la trinchera dónde hoy me toca montar
guardia, junto con otros dos compañeros franceses. En un par de horas amanecerá
y volveremos a sacar lo peor de nosotros una vez más hasta que acabe el día, siempre
es así, no sabes lo que estamos pasando, la mierda de la guerra, es más que
cruel, no dejo de pensar en las familias de los alemanes a los que disparo y en
las familias de los aliados a los que ellos disparan. Pienso que mañana me
podría tocar a mí. Ayer cavamos nuevas trincheras porque en las anteriores ya
nos podía el miasma de podredumbre que hacía que respiráramos un aire
repulsivo. En la guerra solo reina el miedo y la angustia. Entre su trinchera y
la nuestra existe una distancia que llamamos tierra de nadie, tiene gracia el
nombrecito ¿verdad?
No volver a veros,
sería aún peor que las desgracias que vivimos aquí cada día. Cada día es peor
que el anterior. Hoy ha venido la aviación y nos ha deleitado con una tormenta
de bombas imposible de describir. Los alemanes son unos perfectos ingenieros en
armamento, acaban de inventar una nueva arma que llaman mortero y es
asquerosamente efectiva.
En el barracón, estábamos cinco compañeros y yo en la misma
habitación, te digo estábamos porque ahora solo quedamos cuatro, Phillip y
Morris cayeron ayer. Ahora vemos sus camas vacías, ellos también tenían
familias y ningún gobierno podrá recompensarlas nunca.
No sabes la angustia de ver a gente inocente morir todos los
días, mujeres, niños, ancianos…
Esto es algo que ninguna persona en el mundo debiera vivir,
ni siquiera en sueños, es la guerra, y nos ha tocado estar en ella.
Espero volver a escribirte pronto, eso significará que
seguiré con vida.
Un beso gigantesco a ti y a nuestros hijos. No te imaginas lo
que deseo volver a estar junto a vosotros.
Desde la trinchera, en Reims, os quiere…
John Parker, 15 de Abril de 1916.
No hay comentarios:
Publicar un comentario