José saltaba de andamio en andamio, trepaba entre rasillones y sacos de cemento y yeso, escalaba al siguiente piso, se colaba por los ventanales en busca de ladrillos...hasta aquél día.
José hoy, se conforma con mirar las obras en las que él tanto trabajaba, desde la silla de ruedas en la que le dejó postrado ese vacío del andamio.
Y abajo en la caseta, en su taquilla, sin usar ni una sola vez, el arnés y el casco.
José hoy está...Vacío.
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