Espero que los niños y tú estéis bien.
Te escribo desde el hospital de campaña en Du Manoir. No, no
te preocupes, no me pasa nada, estoy ayudando en tareas médicas. Ha sido un
duro golpe el que nos han dado esta vez.
Nos tendieron una emboscada cuando íbamos a conquistar una
montaña que creíamos importantemente estratégica, por lo bien situada. Está en
la confluencia de dos ríos, en un desfiladero que llaman “Tourmount”.
Nos pillaron por sorpresa.
Los alemanes tienen un poderoso cañón que han inventado sus ingenieros,
que, querida mía, muchos de los nuestros envidiarían.
A las siete de
la mañana, se produjo una explosión de la que no nos fue posible encontrar la
causa. Un poco más tarde se produjo otra, que produjo ocho muertos y decenas de heridos.
Encontramos trozos de metal, y pensamos que era una bomba de avión, pero nadie
recordaba haber visto u oído ningún avión.
Las explosiones
continuaron sucediéndose, se dio la alarma general y la gente a la que
estábamos defendiendo corrió a refugiarse a los barracones que teníamos
preparados. Cuando se produjo la octava explosión llegamos a la conclusión de que los disparos procedían
de un cañón, que según los cálculos
habían sido lanzados desde la región de
Crèpy, que se encontraba a más de ciento veinte kilómetros de donde nos
encontrábamos nosotros.
Los proyectiles
siguen cayendo.
¿Qué tipo de
cañón estaba lanzando estos proyectiles? Aún no lo sabemos, pero quizá cuando
lo descubramos sea ya demasiado tarde.
Los alemanes han fabricado un arma muy poderosa y nosotros, los aliados, no sabemos cómo
aventajarlos. La guerra en las trincheras nos va bien, el cuerpo a cuerpo es
nuestro, pero con esos cañones nos destrozan día a día.
Con éstas nuevas, te escribo, esperando volver a veros a ti y
a nuestro hijos, cada día que pasa, estoy más convencido que esta
guerra no la va a ganar ninguna nación, sino que la va a perder toda la
humanidad.
Un abrazo fortísimo a ti y a los niños…
Desde Tourmount
John Parker, 28 de
Mayo de 1916.
No hay comentarios:
Publicar un comentario