Esa rara podredumbre del querer cuando no te falta de nada. Y
yo queriendo romper las telarañas de tu corazón, noto que no me late, aunque si
me acerco escucho sus latidos, el tuyo y el mío, los dos al compás.
Boom, boom, boom.
Me busco en la memoria ese rincón donde un día perdí la
razón y busco y rebusco y no lo encuentro, sólo cuando me dijiste – No-, ahí estuvo el punto donde la vida me pasó como un aluvión
de inmundicias, de costillas rotas, de San Valentines perdidos, de masticar
cristales rotos, y me disipé en el barrio donde esperaba mi tristeza. Ahí la encontré, ahí la perdí. O la dejé marchar. Tu alma rota. No me eches en falta, te mando una postal con mis sueños,
una foto tuya y mía besándonos frente a un espejo.
"Me busco en la memoria ese rincón donde un día perdí la razón y busco y rebusco y no lo encuentro" ¿dónde estará?
ResponderEliminarBonita entrada, me has hecho recordar muchas cosas...
Un saludo.
Esa vida disipada en el barrio de tristezas, ese masticar cristales rotos. A veces, es conveniente dejar marchar la razón, incluso cuando tampoco el corazón nos late. Sospecho que no pueden, como nosotros en el fondo, vivir el uno sin la otra, y viceversa. Hermoso texto, compañero. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegra que os guste. Soledades de ginebra.
ResponderEliminarBesos