No, no las
espantes, deja las moscas, que también quieren su parte, que de sobras no
están hartas y aun me queda algo de piel con la que alimentar su boca. Al
menos ellas tienen algo porque a mí me siguen cayendo vacíos los mediodías, uno tras
otro, sin nada que hacer.
Dentro de un
rato como todas las tardes, buscaré portales acartonados donde se duerma
bien. No, ya no me quedan razones bajo este cielo nublado, para decir que no ha
acabado la carroña con mi ser. Maldigo la hora esperando que llegue, me dejo
llevar, desangrándome en las puertas de la vida. De ponzoña tengo cubierta la
sien. Me iré como el agua del grifo para no volver, como los otoños, dejando
las marchitas hojas caer. Mientras, el invierno se acerca.
Pudiera ser que la prosa poética, o el verso muy largo, le quede mejor a este texto de vagabundos cotidianos. Quien sabe.
ResponderEliminarPor cierto, qué actual resulta el estribillo de "vagabundear" del Nano: Harto ya de estar harto, ya me cansé...
Abrazos.
Formas distintas para decir la misma cosa. Lo he modificado siguiendo consejo de sabio y a mi me parece que queda mejor, no se. Pensé sinceramente plagiar ese verso, pero se iba a notar demasiado que no era mío. Ja ja ja.
ResponderEliminarGracias.
Me ha encantado esta frase: "Maldigo la hora esperando que llegue, me dejo llevar, desangrándome en las puertas de la vida".
ResponderEliminarVaya forma de desgarrarnos la vida (una y otra vez).
Un saludo.